viernes, 7 de diciembre de 2012

"MUJER PUNTIAGUDA CON ENAGUAS", COMENTADO POR CRISTINA LÓPEZ VILLAR



[ILUSTRACIÓN DE MANUEL ABAL]
manuelabal.blogspot.com


MUJER PUNTIAGUDA CON ENAGUAS

Si eres campana, ¿dónde está el badajo?
Si pirámide andante, vete a Egipto;
si peonza al revés, trae sobreescrito;
sin pan de azúcar, en Motril te encajo.

Si chapitel, ¿qué haces acá abajo?
Si de diciplinante mal contrito
eres el cucurucho y el delito,
llámente los cipreses arrendajo.

Si eres punzón, ¿por qué el estuche dejas?
Si cubilete, saca el testimonio;
si eres coroza, encájate en las viejas.

Si büida visión de San Antonio,
llámate doña Embudo con guedejas;
si mujer, da esas faldas al demonio.

El poema "Mujer puntiaguda con enaguas" es un texto independiente que pertenece al género literario lírico. El autor, Francisco de Quevedo, perteneció al siglo XVII, es decir, al movimiento cultural del Barroco, por lo que sus obras se ven influenciadas por la época. En este período de produce el inicio de la decadencia española, con lo que el malestar social se trasladó al pueblo. Quevedo, mediante sus obras, denunció a la humanidad a la vez que presenta toda la complejidad y diversidad de la época. Así nos refleja en sus obras el alma atormentada de sí mismo y de todo cuanto le rodea. Fue un extraordinario manipulador de la lengua, genial escritor, que intentó renovar la sociedad de su tiempo. Era amigo de Cervantes y de Lope de Vega, y enemigo mortal de Góngora. 
Quevedo, al contrario que Góngora, era conceptista. En esta tendencia se da más importancia al concepto que a la forma en sí, razón por la cual el contenido es más denso. La base de la poesía conceptista no era nueva, pero destacó en el siglo XVII porque los poetas conceptistas de este siglo configuraron el estilo con unos recursos muy concretos, los mismos que veremos reflejados en el poema a comentar. El resultado de poema suele admirarse por su ingenio. Quevedo, en este poema, además de destacar por las ideas anteriormente expuestas, lo hace también por su estilo satírico y burlesco, una clara muestra de su honda preocupación por una serie de males sociales y problemas de moralidad política.
Lo que acabamos de mencionar tiene la finalidad, en "Mujer puntiaguda con enaguas", de desmontar las fingidas formas exteriores de la realidad y acentuar la carencia de cualquier virtud o dignidad. Esto viene asociado con el tema de la crítica a una clase social determinada, clase social caracterizada por la vanidad y las falsas apariencias.
El texto se organiza en tres partes fundamentales a partir de una enumeración acumulativa, es decir, va describiendo las características de la apariencia femenina para culminar en el último apartado con una crítica a esa clase social determinada. Esto lo encontramos cuando la denomina "doña Embudo" (v.13), una clara cosificación final con un claro tono irónico.
Quevedo construye este soneto (de origen italianizante) a partir de dos cuartetos y dos tercetos encadenados (versos endecasílabos, de arte mayor y rima consonante), con un esquema métrico de disposición de la rima en ABBA ABBA CDC DCD. Con él, pues, se dedica a realizar una crítica sobre la vanidad y las falsas apariencias. Esto se debe a la desastrosa época que el autor contempla, y en la cual él se ve involucrado.
En el soneto predominan las anáforas presentes en la conjunción "si", con la finalidad de criticar la importancia de la apariencia física, que, a parte de ser incómoda, está vacía de significado (vv.1-6, vv.9-12). Estas anáforas acumulan la imágenes y metáforas que componen el poema y le dan un toque más "crítico" a la composición. Predominan, pues, la metáforas, ya que en casi todo el poema podemos encontrar alguna. Las utiliza, fundamentalmente, para realizar una similitud entre la forma de la falda y los objetos contemplados de la realidad. En el primer verso el autor utiliza ese recurso para realizar una burla, característica principal de las obras de Quevedo, pues mediante este estilo critica de forma rigurosa y sarcástica lo que acontece a su alrededor, como ocurre en los tres primeros versos. Además, degrada la figura de la dama y su indumentaria, utilizando expresiones exhortarivas ("vete", v.2).
Los verbos que emplea en el segundo cuarteto, al estar en segunda persona, muestran que el poema va dirigido a alguien (la mujer), idea reforzada en el octavo verso al producirse una advertencia dirigida a la dama, a la vez que se produce una advertencia personificación y una imagen en "llaménte los cipreses" con el objetivo de volver a incidir en la falda de la mujer, ya que en el séptimo verso, mediante la relación de estas dos imágenes, el autor expresa que el "cucurucho" (v.7), refiriéndose a la falda, es el "delito" (v.7) o el pecado de hacer que no se aprecien las verdaderas curvas del cuerpo. Este concepto se encuentra también en el décimo y undécimo verso, recalcando de este modo que la mujer pertenece a un grupo femenino de avanzada edad, ya que al igual que estas ella no muestra su feminidad (esto se debe a la ropa que llevaban las mujeres en esa época). La apariencia que da a conocer Quevedo está relacionada con la figura de San Antonio (v.12), asociada a una visión horrible. Utiliza la metáfora "büida visión" (v.12) para hacer referencia a la horrible apariencia que refleja la dama vestida de esa forma.
Es necesario destacar el hecho de que en el último terceto, cuando menciona "llámate doña Embudo" (v.13) encontramos la culminación de toda la enumeración de cosas degradantes, ya que Quevedo acaba el poema haciendo referencia a que si la dama lleva esa falda, es todo lo malo, y, si quiere evitarlo lo que tiene que hacer es quitársela. Esto se muestra en "si mujer, da esas faldas al demonio" (v.14).
Vemos, pues, que el autor utiliza una enumeración de oraciones condicionales que van en gradación acumulativa hacia el clímax final, porque lo que enumera son rasgos cómicos, en este caso de la mujer. Y para culminar todas las burlas, se produce una carcajada final. De esta manera consigue que su soneto sea más duro e impactante.  Además, se sirve de la hipérbole, recurso muy utilizado, para exagerar los rasgos burlescos y así dar más importancia a su crítica. Por otro lado, emplea plagado de coloquialismos y adornado con metáforas. Vemos, pues, que no hay una dignificación de la poesía, es decir, no pretende dignificar a nadie, más bien al contrario. Todos los recursos que emplea Quevedo son propios del conceptismo, pues son predomina la intensa acumulación de agudezas verbales, los juegos semánticos y elipsis, entre otros muchos recursos, para hacer referencia a una época llena de desilusiones y pesimismo, conocida como Barroco.
En definitiva, Quevedo cosifica al ser humano al convertirlo en un objeto. De ese modo, consigue que su crítica sea más grave. Todo el poema es una gran burla a la mujer de la época. Esto lo realiza con éxito gracias al vocabulario, a las metáforas y a las anáforas presentes a lo largo de todo el poema. El uso de esos recursos caracterizan el estilo conceptista, a la vez que en forma burlesca o satírica se realiza una crítica a la degradante realidad exterior que acontece al autor.

CRISTINA LÓPEZ VILLAR    2º BACHILLERATO HUMANÍSTICO Y CIENCIAS SOCIALES




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