miércoles, 26 de diciembre de 2012

FUENTES DE ANDALUCÍA por María Durán

Captamos esta imagen desde las alturas, a través de los ojos de un ave que vuela muy alto.
En el amplio panorama, el pueblo parece un ser vivo inanimado. Un conjunto de ramas que se extienden hasta el último rincón del bosque sin ninguna hoja colgando de ellas, sin animales moviéndose por aquel amplio claro. Sin aire, sin viento, sin nada que renueve el ambiente; todo como un desierto, vacío. Sin agua, sin ropa, sin coches...
El mediodía se acerca y, una vez superado el momento de máxima calor, la monotonía sigue.
Nuestra mirada escoge una zona grande, donde se concentra el vacío. Empezamos a descender despacio hacia allí. Una fuente, como un volcán, se encuentra en el centro. Es lo que se llama plaza central de un pueblo. Las puertas de los bares comienzan a abrirse para que la gente pueda entrar a comer; pero el silencio sigue penetrando en aquella rueda vacía, sin llantas, en la que solo se oye el cantar de algún pájaro que pasa por allí. Al fin, una persona de pelo rubio y andares tranquilos recorre la plaza como un ovillo de paja del antiguo oeste, y entra en un bar, situado a la derecha del Ayuntamiento. 
Nos vamos acercando a este hasta que conseguimos apoyarnos en una ventana y miramos a través de ella para ver qué sucede en el interior. En él se encuentran tres pares de zapatos sentados en una mesa, hablando con cara de preocupación sobre algún tema del pueblo, cuando un hombre mayor sale del almacén y los tres se levantan...
Volvemos a ascender y a ver el pueblo desde las alturas. Es hora de viajar a otro lugar. Estamos en invierno y ya mismo se hará de noche.

MARÍA DURÁN
3º ESO B

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