domingo, 23 de diciembre de 2012

COMENTARIO SONETO DE LUIS DE GÓNGORA por Cristina Obreo Val

DE UNA DAMA QUE, QUITÁNDOSE UNA SORTIJA, SE PICÓ CON UN ALFILER


Prisión del nácar era articulado
(de mi firmeza un émulo luciente)
un dïamante, ingenïosamente
en oro también él aprisionado.

Clori, pues, que su dedo apremïado
de metal, aun precioso, no consiente,
gallarda un día, sobre impacïente,
lo redimió del vínculo dorado.

Mas, ay, que invïdioso latón breve
en los cristales de su bella mano
sacrílego divina sangre bebe:

púrpura ilustró menos indïano
marfil, invidïosa, sobre nieve
claveles deshojó la Aurora en vano.

Estamos ante un poema de Luis de Góngora, nacido en Córdoba (1561-1627). Fue un poeta y dramaturgo español del Siglo de Oro, máximo exponente de la corriente literaria conocida como culteranismo o gongorismo. Durante el siglo XVII triunfe en España el movimiento cultural denominado Barroco, producido como consecuencia de la Contrarreforma y del Concilio de Trento; movimiento que ha dejado huella en nuestra cultura y ha marcado un antes y un después en las letras hispánicas. Este movimiento supone una vuelta a actitudes medievales: lo natural y lo sobrenatural, que el Renacimiento había separado, vuelven a confundirse. El Barroco no fue solo una etapa histórica, sino también un movimiento general en la sociedad.
El poema pertenece a la etapa de madurez de Góngora, que empieza en 1611. Se caracteriza por ser una poesía difícil y más oscura que la anterior. El poema es un claro ejemplo de estilo culterano. Hablamos de una tendencia estilística que altera el equilibrio haciendo que la expresión se desarrolle a expensas del contenido. El gongorismo se identifica con los recursos utilizados por el poeta, como son el embellecimiento de la realidad a través de metáforas e imágenes y el uso continuado de recursos (sintaxis latinizante, cultismos, numerosas alusiones mitológicas y de la tradición clásica).
La obra de Góngora consta de poemas populares (romances y letrillas) y poemas cultos: canciones, sonetos y tres grandes poemas (Fábula de Polifemo y Galatea, Las Soledades y Panegírico del duque de Lerma). Es autor de dos comedias y se conservan algunas cartas sobre crítica literaria, y un epistolario muy interesante para conocer las angustias económicas de Góngora.
El asunto del poema nos lo advierte el propio título. EL yo poético es el cortejador de una dama, llamada Clori, y éste relata cómo ella, inconscientemente y desdeñosa, quitándose una sortija, que le regaló él, se pincha con el alfiler. El tema, pues, va más allá del propio asunto, y se centra más bien en la propia lengua poética, porque podemos comprobar, a lo largo del comentario, que existe una complicación formal y un exhaustivo embellecimiento de la lengua para tratar un tema aparentemente simple.
Por lo que se refiere a la estructura interna destacamos que el poeta divide el poema en dos partes. La primera parte consta de los dos primeros cuartetos, donde describe el anillo situado en el dedo de Clori. La segunda parte está formada por los dos últimos tercetos, marcados e introducidos por la conjunción "mas", que da paso al momento en el que Clori se pincha con el alfiler del anillo.
El conjunto de las dos partes constituyen el soneto (dos cuartetos y dos tercetos). Poema de versos de arte mayor (endecasílabos) y de rima consonante (ABBA ABBA CDC DCD). Resaltamos que Góngora, para conseguir el número de sílabas que persigue y con la finalidad de que el poema quede perfecto, utiliza la diéresis para conseguir perfectos endecasílabos. Destacar que no sólo busca equilibrar el número de sílabas de cada verso, sino también provocar el efecto de dolor, a causa del pinchazo, marcando la diéresis siempre sobre la vocal 'i', así simula el daño que provoca. Esto se acentúa, al inicio del primer terceto, con la onomatopeya "¡ay!".
En general, en todo el poema, abunda la artificiosidad, ya que es un escrito muy trabajado y con muchos recursos, de ahí que hablemos de violencia del lenguaje. Artificio y violencia se encuentran correlacionados. Góngora pretende, realmente, hacer del poema una joya literaria. Todo el poema en sí son metáforas sobre metáforas. Dada una primera lectura del soneto, nos damos cuenta de que abunda el hipérbaton. Con su uso y abuso no solo pretende crear una confusión sintáctica, sino también quiere crear una confusión semántica al mezclar y confundir el concepto de anillo, dama y poema. Iguala, pues, los tres elementos gracias al hipérbaton y las metáforas. Además, aparece una abundancia de cultismos ("émulo", "púrpura"...) que otorgan a un hecho peregrino y coloquial cierto carácter clásico. Góngora, pues, impide una lectura superficial del poema; pretende que le quitemos la cáscara para encontrar su significado profundo. De ahí que hablemos del embellecimiento a través de la forma.
Respecto a los recursos estilísticos, encontramos en el primer cuarteto la descripción de la mano de la dama. En el verso 1, a partir de la metáfora "prisión de nácar", nos hace la referencia del anillo que aprisiona la mano, y con otra metáfora, "émulo luciente", describe el diamante que está aprisionado también por el anillo. Como círculos concéntricos encontramos que dedo y diamante están prisioneros por el anillo. De ahí que hablemos de cierta doble lectura: el anillo es para la dama, lo que esta es para el poeta. Lo que le sucede al Clori con el anillo, le pasa al poeta con la dama ("en oro también él aprisionado").
En el segundo cuarteto se dirige directamente a Clori mediante un vocativo, y habla de cómo esta quiere deshacerse del anillo. Describe la actitud de la dama cuando quiere quitárselo, y es justo en ese momento cuando ella va perdiendo cualquier atributo de belleza (nótese que van disminuyendo las caracterizaciones con metales preciosos). Al mismo tiempo, pasa a describir la sortija como un "vínculo dorado", metáfora que  justifica la idea de que hay cierto valor amoroso en el poema. Probablemente, el anillo era un regalo del yo poético a la dama.
La conjunción "mas" abre el primer terceto, y es la cumbre del poema al dar paso al momento culminante del pinchazo. Esto se refuerza con la onomatopeya "¡ay!". A partir de esta, nos cuenta cómo se pincha y qué ocurre tras este instante. En el verso 9, en "invidïoso latón breve", encontramos la metáfora que se refiere al alfiler con el que se pincha Clori. Más adelante, a partir de la metáfora "los cristales de su bella mano", nos indica la blancura propia de dama, muy acorde con los gustos de la época. Y es a partir de este momento cuando el poeta, mediante un uso continuado de antítesis, pone en contraposición la blancura de la dama con el color intenso de la sangre de esta.
Finalmente, en el segundo terceto, sigue con la idea cromática de la sangre y describe como cae por la mano de Clori. Al comienzo del verso 12, encontramos la metáfora que hace alusión directa a la sangre de la mano ("púrpura ilustró menos indïano"); metáfora que da paso a continuar con el juego de antítesis entre "púrpura" y "nieve" para resaltar el contraste entre la sangre y la piel de la dama. Esta idea se refuerza en el verso final gracias a la alusión mitológica de Aurora ("claveles deshojó la Aurora en vano"); vemos, pues, la imagen de un cielo que, paulatinamente, se va tiñendo de rojo.
En general, el poema presenta un uso maravilloso del lenguaje hasta el punto de demostrarnos cómo a partir del juego de metáforas, recursos latinizantes, cultismos..., podemos crear una verdadera pieza de orfebrería, quizá la misma con la que Clori derramó su sangre divina.

CRISTINA OBREO VAL   
 2º BACHILLERATO HUMANÍSTICO Y CIENCIAS SOCIALES

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